domingo, 27 de agosto de 2023

Frank Borzage

Frank Borzage (Salt Lake City, Utah, 1893-1962). De padres de origen italo-suizo, Borzage vagabundeó por todo el país, desde los trece años, con una compañía de teatro ambulante. Empezó a trabajar para Thomas Ince en 1913 y en 1916 ya dirigió sus primeras películas. La totalidad de su obra la componen 57 películas mudas y 44 sonoras. Obtuvo sendos Oscar por Seventh Heaven (El séptimo cielo, 1928) y Bad Girl (1931), pero durante los últimos cuarenta años ha caído en el olvido.

Borzage se parece a Welles en su expresionismo grandilocuente para conjurar horrores maniqueos. Y, también al igual que Welles, Borzage estructura sus films de manera que queda anulado cualquier rasgo de conflicto dramático. En cuanto a las diferencias entre ambos cineastas, la fundamental reside en que Borzage persevera —incluso más que Vidor y Ford— en su fe en lo milagroso, mientras que Welles cree en lo diabólico. Si Welles parece estar diciéndonos que toda realidad, incluso la nuestra, es una máscara que oculta un vacío, el empeño por parte de Borzage está en hacemos ver que la realidad física es espiritualidad radiante. John Belton hace la siguiente observación: «En Mannequin (Maniquí, 1937), la realidad tangible de una bombilla parpadeante en [una] escalera de vecindad es menos importante que la intangible luz parpadeante que emite» (Belton, 1974: 122). El espacio nunca divide o separa las cosas, ni siquiera en la llamada telefónica con pantalla dividida que vemos en Three Comrades (Tres camaradas, 1938). El espacio es un éter luminoso en el cual se unen todos los elementos. Las caras se funden entre sí, los acontecimientos nunca están separados realmente por una distancia geográfica. Lo carnal, lo espiritual, lo sexual, lo trascendente... todo es una sola cosa. Borzage es melodrama igual que Mahler es música. La vida en sí misma es melodrama, solía decir él. En palabras de Coursodon: «Así explica el soñador, en términos inequívocos, su creencia en el arte como imitación de la vida, sin rendir cuenta alguna a la credibilidad» (Coursodon, 1983: 11).

Henri Agel compara a Borzage con Nicholas Ray. Ambos habitan en el éxtasis del amor con una simultánea aprehensión de la felicidad en un mundo brutal, «que tiembla como consecuencia de una sensibilidad delicada y torturada, con ese don de coronar los destinos más sórdidos con un halo extrañamente puro» (Agel, 1960: 76).

Pero, a diferencia de Ray, de quien Godard dijo que estaba siempre preguntándose qué había «más allá de las estrellas» (Godard, 1958), Borzage no tiene problema alguno con el Mal. «Un hombre debe dejar de aprender por medio del sufrimiento antes de seguir adelante, [pero] tan implacable como el tiempo es su progreso hacia un futuro mejor; si no para sí mismo, al menos sufriendo por sus semejantes», dice el deán de la catedral en Green Light (1937); «Amén», le responden a coro. Y, al principio de Street Angel (El ángel de la calle, 1928) aparece el rótulo: «En cualquier lugar..., en cualquier ciudad..., en cualquier calle... nos cruzamos sin saberlo con almas humanas a quienes el amor y la adversidad han engrandecido.»

La misma muerte está dotada de una trascendencia casi rutinaria en las películas de Borzage, como una declaración de victoria, como «una señal, la más segura, de que hay algo junto a ella y más allá de ella» (Coursodon, 1983:317). En Green Light (basada en una novela de Lloyd Douglas), un hombre inocente arruina su carrera y su amor, en lugar de dedicarse a destruir al hombre que cometió un único error. La integridad, el «quién soy yo», es más vital que la vida mundana. Nuestro sufrimiento y nuestra muerte abrirán el camino a otros que vengan detrás.

Borzage es creyente más que cristiano. Sus personajes tienen una filosofía del amor en lugar de un Dios o una revelación personales. Como sucedía en Vidor y Walsh, el flechazo amoroso existe y es indeleble. Los mejores momentos de Borzage son simples muestras de alegría y pathos intensos, como el plano final de Man's Castle (Fueros humanos), en el que Spencer Tracy está tendido junto a Loretta Young, a quien adora.

Tag Gallagher

Traducción: Gloria Mengual

HISTORIA GENERAL DEL CINE, Volumen VIII - ESTADOS UNIDOS (1932-1955) [Ed. Cátedra, 1996]

 

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