Edmond Thonger Gréville nació en Niza el 20 de junio de 1906. Hijo de un pastor inglés (¡muy interesante!) y de una mujer de Ardèche, estudió en el Liceo Condorcet, donde tuvo como compañeros a Jacques Brunius (del grupo de Prévert) y Jean-Georges Auriol. A los dieciséis años publicó su primer poemario, «Norma», y en los años siguientes escribió dos novelas: «Supprimé par l'ascenceur» y «Chante-Grenouille». Tras algunas experiencias en el periodismo y la literatura, se dedicó al teatro de vanguardia y más tarde debutó en el cortometraje.
Fue asistente de Dupont en Piccadilly (1929) y trabajó como actor en un cortometraje de Pierre Chenal, en el que interpretó un doble papel, el de padre e hijo. También apareció en Sous les toits de Paris (1930) de René Clair, donde encarnó al rival de Albert Préjean. Pero esto no fue más que un aperitivo. Al año siguiente, comenzó a dirigir largometrajes sin dejar de trabajar en el formato corto.
Pronto se ganó la reputación de cineasta polémico, lo que hoy puede parecer risible, pero en su época abordar temas como la impotencia masculina y el deseo sexual femenino era algo inusual y, por tanto, valiente (Remous, 1934).
En 1939, tras dirigir Menaces, una película auténticamente antinazi que, junto con Remous y Le Diable souffle, sigue siendo de las más relevantes de su filmografía, el gobierno de Vichy le retiró su tarjeta de trabajo.
Quizás su lugar en el cine mundial se deba a su doble identidad franco-británica, lo que explica que en 1960 trabajara como asistente de Raoul Walsh en Captain Horatio Hornblower.
Gréville tenía referencias claras como cineasta: claustrofobia, exacerbación de la sexualidad y una voluntad estilística que oscilaba entre la vanguardia y el academicismo, aunque su supuesto anarquismo es más difícil de demostrar.
Sobre todo, fue un apasionado del cine, lo que sin duda es una gran cualidad y una excelente motivación. Sin embargo, nunca dominó realmente la técnica necesaria para materializar sus ambiciones, que además se vieron limitadas por la industria comercial.
Notorio obsesionado sexual, mantuvo relaciones con algunas de sus actrices (se mencionan Claire Luce, Mona Lys, Lily Dorell o Marion Malville), se casó con la bella Wanda Vangen, a quien dirigió en numerosas películas, y que pasó a llamarse Wanda Gréville.
Se dice que se suicidó en Niza el 26 de mayo de 1966.
Paul Vecchiali (En "L'encinécloplédie", 2010)
Edmond T. GRÉVILLE
Nacido en 1906
Francés
La nostalgia por las islas y los paraísos terrenales, que se trasluce en todas las películas de Gréville, no tiene nada que ver con una incapacidad para representar o dominar la vida. Es una escisión deliberada del mundo la que llevan a cabo sus personajes, reflejando al propio cineasta, quien, habiendo elegido siempre trabajar al margen, fracasó sistemáticamente en sus intentos de hacer cine comercial (de Gypsy Melody a Tant qu’il y aura des femmes), y solo tuvo éxito cuando se entregó por completo a su temperamento independiente y original. El erotismo es el motor principal de los personajes que retrata, y los esfuerzos que estos hacen por reencontrarse a pesar del mundo constituyen la trama de sus películas. ¿Un tema banal? Tal vez, dado que es el predilecto de todos los grandes románticos. Las películas de Gréville narran esta búsqueda incesante y están hechas de momentos barrocos, en los que triunfan la fabulación y la mentira (el episodio de Fainsilber en Dorothée cherche l’amour, la mayor parte de Beat Girl y de Menteurs, etc.), pero sobre todo, cuando la carrera llega a su fin, de clímax líricos (Le Diable souffle), de persecuciones mutuas y desgarramientos que afectan a todo espíritu libre.
Bernard Eisenchitz (En "Dictionnaire du cinéma", 1966)